La iglesia
Figura de Rosendo Menéndez Eiriz
La iglesia de San Rosendo de Celanova es uno de los edificios más significativos del barroco gallego. Arquitectónicamente, la iglesia construida en el siglo XVII es una construcción de planta de cruz latina, con tres naves de tres tramos cada una y una transversal para formar el crucero.
La fachada barroca, solemne y reposada, fue la primera gran realización arquitectónica con la que se llevó a cabo la transformación de la iglesia románica en un suntuoso templo clasicista y barroco. En ella destacan las imágenes de San Benito (centro), San Rosendo (derecha) y el obispo de Guadix San Torcuato (izquierda), así como el escudo abacial bajo una espectacular corona vaciada presidiendo el edificio.
La historia documental del nuevo templo comienza el 27 de marzo de 1661, cuando se firma el contrato con el arquitecto Melchor de Velasco. Era abad el Padre Fray Rosendo Mujica y el abadologio de 1713 dice que en los cuatro meses que este ocupó el cargo, saco los cimientos de la iglesia nueva, que en plano tuvo que adaptarse a la fachada, terminada 7 años antes, al claustro reglar y a la torre.
Melchor de Velasco dio la traza y contrató las obras que habrían de durar seis años. Se comenzó inmediatamente y se trabajó sin interrupción, pero la obra duro 24 años
Los abades posteriores proseguirían la obra, en las que consta en las escrituras que participaran otros arquitectos, hasta inaugurarla en 16 de noviembre de 1687, con la traslación del Santísimo que hizo el abad Mujica.
LA FACHADA
Presenta zócalo de casetones rehundidos a modo de almohadillado, dos calles laterales, correspondientes a las naves laterales, con pilastras cajeadas en los extremos, dos vanos rectangulares con frontones triangulares y remate con balaustrada de la que surgen altas y esbeltas pirámides rematadas por bolas, y una calle central, que se corresponde con la nave central y soporta toda la carga decorativa, organizada mediante dos cuerpos separados por una amplia cornisa, con tres calles marcadas por ocho columnas pareadas compuestas.
- El primer cuerpo cuenta con 8 columnas de fuste liso y capiteles compuestos. Las centrales sostienen las alas de un frontón curvo partido, que centra la portada rectangular adintelada sobre la que se dispone, la hornacina con arco de medio punto y frontón curvo partido con los extremos enrollados que cobijan una estatua pétrea de San Benito, como fundador de la orden, con la cogulla sobre la cabeza, libro y báculo en las manos y mitra y el cuervo con el pan a los pies.
En los intercolumnios laterales, a la altura media entre la puerta y la citada hornacina, sendas hornacinas aveneradas de frontón curvo, enmarcadas por pilastrillas, y sobre ménsulas las tallas también de piedra de San Rosendo a la izquierda y de San Torcuato a la derecha, ambos con paramentos pontificales y sosteniendo el corazón en la mano como es característico de la iconografía celanovesa del supuesto discípulo de Santiago.
Todas estas estatuas estuvieron policromadas según describe el abadologio de 1713: “y todas tres efigies doradas y estofadas”.
Hay que añadir imágenes de San Benito de San Rosendo y de San Torcuato.
El segundo cuerpo lo forma un orden pareado sobre estilóbatos que enmarcan una gran ventana que ilumina el coro alto y que llena todo el paño con frontón rectangular partido que se ornamenta con jarrón de azucenas, símbolo de la virginidad de Maria.
El conjunto se culmina con un gran frontón recto partido curvo con una peineta con el escudo abacial del monasterio con la cruz, el espejo y el compás que se cierra con frontón curvo y una teoría de pináculos de bellota y jarrones, rematados en bolas que sin duda buscan intensificar la verticalidad estructuralmente no lograda.
Hay que añadir imágenes del escudo y la ventana.
Las calles laterales con dos pisos cada uno con ventanas con marcos moldurados y frontones rectos partidos en el primer piso y rectos en el segundo, en los extremos culminan mediante grandes pilastras cajeadas y en la parte superior en balaustrada con estilizadas pirámides de bola en las esquinas.
Sobre las hornacinas laterales hay cartelas con letras repintadas defectuosamente en las que se lee ABNIIINCAL y AÑO 1649, se cree que esta fecha indica la altura a la que había llegado la obra en ese año.
Tras la fachada sobresalen el cuerpo de la cúpula que cubre el crucero y la torre campanario o Torre de los Abades, de dos cuerpos, el primero sobre la sala de la que toma nombre la torre y el segundo con galería para las campanas, y rematado con una pequeña cúpula con veleta.
Se puede comprobar que la fachada fue construida con anterioridad a la iglesia puesto que los huecos de la fachada no se corresponden con la distribución interior de la iglesia, quedando los huecos de las calles laterales descentrados con respecto a los ejes de las naves laterales. También se puede ver como el muro de fábrica de la fachada es bastante independiente del cuerpo de la iglesia.
Hacia la derecha de la fachada se encuentra el volumen incorporado entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX a la panda occidental del claustro reglar que puso la fachada en línea formando el flanco oriental de una plaza longitudinal, la Plaza Mayor de Celanova, con una fuente del siglo XVI procedente del claustro justo enfrente del templo. Este volumen está organizado mediante tres alturas con vanos rectangulares, los de la planta superior con frontones triangulares, y en el extremo sur se sitúa una portada, que da paso a una primera sala cuadrada, después se atraviesa un patio y finalmente está la portería.
Hay que añadir imágenes sobre lo remarcado.
Interior de la iglesia
La planta de cruz latina está dividida en tres naves por seis grandiosas pilastras estriadas (con ocho canales) por las caras que miran a la nave central y al crucero y casetonadas en las demás. Con capillas de hornacina laterales y capilla mayor rectangular, entre dos sacristías, se inscribe en un rectángulo, distinguiéndose del crucero.
Sus dimensiones son de 53,70 m de largo por 30 de ancho. La nave central mide 16,15m y las laterales 4,5. La nave central se compone de tres tramos, el primero de los pies más anchos, sostiene el coro. El alzado muestra pilastras estriadas de orden toscano, con un entablamento de friso de casetones en resalto y un denticulado bajo la cornisa volada que corre, a lo largo de todo el templo.
Los arcos de medio punto sobre impostas que dividen los tramos de las naves tienen en las jambas un festón vertical rehundido en la cara que mira a la nave central y cajeados rehundidos en las caras que miran a las naves laterales, repitiéndose este acasetonado en los arcos de las capillas laterales, capillas que se resuelven con un arco de medio punto, un balcón con balaustrada de piedra sobre la que se abre una ventana rectangular. El coro alto en el primer tramo se alza sobre pilares cortos cruciformes, con bóvedas vaídas decoradas con casetones con enormes florones y pinjantes.
La nave mayor se cubre con bóvedas de cañón dividida por arcos fajones recuadrados, con lunetos en los que se abren ventanas rectangulares. La decoración a base de casetones perfilados en rojo, florones y pinjantes dorados, la misma que en las naves laterales. En la bóveda del segundo tramo se lee: ACABOSE AÑO DE 1671.
En el crucero sobre pechinas, se alza la media naranja. Estas pechinas llevan escudos labrados. El anillo esta sostenido por 32 ménsulas o consolas entre florones de variada y rica talla que sostiene una balaustrada de piedra con balaustres de perfil cuadrado con estrangulaciones soportando un moldurado elemento horizontal.
La balaustrada está dividida en ocho tramos por balaustres de mayor resalte y profusa decoración. La media naranja, iluminada por la luz de un linternón amplio, se decora con fajas de roleos y sartas de ornamentación floral estilizado, pero de realce en su labra. Las fajas de volutas dejan en su parte inferior óvalos ocupados por pinturas con diversos santos.
Retablo mayor
La constatación documental viene del abadologio de 1713 «el P. José Arriaga fue electo abad de esta casa por primera vez en el año 1693 y en esta ocasión hizo el retablo del altar mayor´´ pero en ningún documento aparece recogido quien fue el autor de esta labor, aunque de un modo casi indudable se tiene por obra de Castro Canseco, ya que, aparte de por estos años ser vecino de Celanova, se puede encontrar relaciones estilísticas con otros retablos de este que avalan esta atribución.
De estilo barroco casi final, marcado por cuatro columnas salomónicas de orden gigante con capiteles corintios que determinan en vertical tres calles. Erguido sobre un zócalo de piedra, consta de pedrela, un gran cuerpo dividido en dos secciones y un ático en forma de cascarón.
En la pedrela, en las bases en las que se asientan las columnas se pueden ver relieves con la representación de los cuatro evangelistas.
En el centro, como eje y punto de referencia está el gran templete eucarístico. La parte inferior del cuerpo del retablo organiza a modo de tríptico las devociones de la casa. En el centro la Asunción de Nuestra Señora, una típica talla de Castro Canseco, colocada teniendo como fondo una venera.
En las calles laterales se encuentran las tallas de San Rosendo y San Torcuato, copatronos del monasterio, ambos de pie con paramentos episcopales colocadas encima de los huecos que contienen las urnas de plata con las reliquias de cada uno de ellos, normalmente veladas por una calada celosía con adornos de estilo rococó, y por tanto de más avanzado el siglo XVIII.
En la parte superior de este cuerpo principal, un tríptico triunfal de gloria, en relieves que organizativamente distinguen dos registros: el que podemos llamar terrenal y el celestial o sobrenatural.
En el centro está representada la transfiguración por ser la fiesta titular de la Casa. En el registro terrenal están Pedro, Santiago y Juan, mientras que en el celestial aparecen representados Cristo, Moises y Elias.
A la izquierda del espectador: la Resurrección, sepulcro y soldados abatidos en la parte inferior, en la superior, el Resucitado nimbado y con ángeles.
A la derecha esta la ascensión.
Parte inferior la virgen y los apóstoles, e la superior Cristo también nimbado y con corte angélica.
En el remate o cascarón se busca el ciclo de la infancia en la temática: en el centro la circuncisión, teniendo en la parte superior un disco con el IHS, anagrama del nombre de Jesus, que se vincula con la advocación titular de iglesia y monasterio; a la izquierda el Nacimiento de Jesus y a la derecha la Epifanía.
En esta parte del retablo, rematando las columnas se encuentran cuatro santos matamoros, a caballo, tres de ellos bien identificados: Santiago, San Fernando y San Millán, el cuarto genera más dudas ya que hay quien piensa que es San Martin pero su representación no corresponde con la iconografía propia de este santo, todo hace pensar que se trata de San Rosendo, fundador de la casa, algo reiterado por el abadologio de 1713 que al hacer la descripción del retablo se dice: « y en el remate de las cuatro columnas cuatro santos de escultura; en las dos primeras de la mano derecha, Nuestro Padre San Rosendo, y en su correspondencia San Millan; en las otras dos últimas a la mano derecha Santiago Patrón de España y en su correspondencia el Santo Rey San Fernando´´
El retablo es un engarce para los dos cuerpos de los santos patronos del monasterio: San Rosendo y San Torcuato, cuyas reliquias eran el preciado don de la casa, por lo que se ubican tras caladas celosías en dos urnas argénteas que las contienen.
Alabastos
La parte inferior del retablo y la pedrela del expositor cuenta con diversos alabastros incrustados, obras barrocas cuya procedencia y autoría son desconocidas. Son únicos en Galicia y 1 tampoco se conocen casos en España. Se puede hablar de dos series distintas tanto por su tamaño como por su estilo, lo que lleva a pensar en dos talleres diferentes.
Los que figuran en el expositor de mayor tamaño son placas rectangulares de alabastro policromado, talladas con minuciosidad y cuyas escenas se centran en el ciclo de la Pasión. La central con la Santa Cena es utilizada como puerta del sagrario. Se le añade en la bordura espigas y ángeles segadores, viñas y ángeles viñadores y en la parte superior dos angelitos desnudos adornado un cáliz y diversos elementos de la eucaristía. Escena cerrada, teniendo como eje a Cristo bendiciendo el pan. En primer término, el anecdotismo de un gato y un perro a la greña.
La policromía de los vestidos de Cristo y los apóstoles están hechos a base de diminutos punteados y flores. Las restantes escenas se representa el lavatorio de los pies, el Prendimiento de Cristo, la Flagelación y la Coronación de espinas.
El otro ciclo de placas rectangulares de menor tamaño tiene como temática escenas canónicas y apócrifos, del ciclo de la infancia de Jesus, a excepción de la muerte de Maria. Son de técnicas menos cuidadas que los anteriores, están enmarcados en la parte inferior del banco del retablo mayor y representan: la Presentación de la Niña Maria en el templo, la matanza de los inocentes, circuncisión de Cristo, la huida a Egipto, el niño Jesus en el templo con los Doctores y la muerte o dominación de Maria.
Expositor
La parte inferior del retablo y la pedrela del expositor cuenta con diversos alabastros incrustados, obras barrocas cuya procedencia y autoría son desconocidas. Son únicos en Galicia y 1 tampoco se conocen casos en España. Se puede hablar de dos series distintas tanto por su tamaño como por su estilo, lo que lleva a pensar en dos talleres diferentes.
Los que figuran en el expositor de mayor tamaño son placas rectangulares de alabastro policromado, talladas con minuciosidad y cuyas escenas se centran en el ciclo de la Pasión. La central con la Santa Cena es utilizada como puerta del sagrario. Se le añade en la bordura espigas y ángeles segadores, viñas y ángeles viñadores y en la parte superior dos angelitos desnudos adornado un cáliz y diversos elementos de la eucaristía. Escena cerrada, teniendo como eje a Cristo bendiciendo el pan. En primer término, el anecdotismo de un gato y un perro a la greña.
La policromía de los vestidos de Cristo y los apóstoles están hechos a base de diminutos punteados y flores. Las restantes escenas se representa el lavatorio de los pies, el Prendimiento de Cristo, la Flagelación y la Coronación de espinas.
Se trata de una pieza autónoma. Estuvo más incrustado en el retablo, siendo trasladado al lugar actual en 1927, abriéndose el ventanal del ábside en el que se colocó una vidriera con San Rosendo y San Verísimo. Es obra de exaltación eucarística y de mano diferente a la del retablo, aunque de una cronología cercana. Tuvo en el centro una imagen, al parecer de plata, del El Salvador que puso el abad Fray Manuel Pimentel cuando fue elegido abad en 1697. Pero quizás en el siglo XVIII sufrió alguna remodelación, incorporándose los alabastros.
Se trata de un templete con pedrela, donde se colocaron los alabastros, un cuerpo con columnas salomónicas y estípites que sostienen los arcos de medio punto que dejan organizado el vano abovedado. Sobre este cuerpo la representación de bulto de las tres virtudes teologales y otro templete menor son estípites que tienen colocado sobre él una talla de madera de El Salvador bendiciendo, honrado por angelitos músicos.
En el primer cuerpo se adosan dos ángeles que portan espigas y racimos en alusión al destino eucarístico de esta pieza de estilo barroco.
Retablos de la nave norte
Retablo de Santo Cristo
De gran altura, dos grandes columnas salomónicas flanquean una calle central con hornacina de medio punto y sobre ella un relieve, ático semicircular con hornacina de medio punto y rematando todo, una peineta.
Es de estilo barroco, todo dorado. Documentalmente se sabe que lo contrató el 6 de agosto de 1714 el escultor Francisco de Castro Canseco.
Está destinado a venerar una imagen del Santo Cristo. Lleva pelo y barba postizo y se haría en el siglo XVII. Las tallas de la dolorosa y san Juan de madera policromada que forman el Calvario pueden ser de Castro Canseco.
En el relieve una cruz llevada en triunfo por dos ángeles. En el ático una talla del salvador, con las características del arte de Castro Canseco y dos ángeles que portan símbolos de la pasión.
Retablo de San Benito
Sobre un banco de piedra, cuenta con pedrela, un cuerpo y ático y tres calles. De estilo rococó de finales del siglo XVIII, dorado y con columnas estriadas con guirnaldas y angelotes. Su hechura es anónima.
La calle central de mayor anchura acoge un medio baldaquino sobre columnas de fuste labrado, coronado por una cúpula que está adornada con paños simulados. Los putti sostienen las ménsulas.
La imagen de San Benito de pie con la cogulla sobre la cabeza y los símbolos que le son propios, una obra de principios del siglo XVII. En la parte superior del baldaquino aparece la representación de la prudencia y de la justicia flanqueando la llamada Cruz de San Benito, circundada de rayos.
En el ático, se representa el triunfo del santo, de rodillas, acompañado por dos ángeles que portan mitra y báculo y otra cuenta por los dedos significando los méritos del Patriarca, es acogido por el Padre y el Espíritu Santo. En los extremos de este ático hay ángeles sentados que portan escudos que en el campo llevan un báculo y una mitra.
En la pedrela y en las calles laterales se ven seis relieves con escenas de la vida de San Benito que parten de la obra de grabados de la «Vita et miraculis´´ interpretados por el escultor que los esculpió en el coro bajo, al menos casi todos ellos. Se puede ver en ellos representados la escena de San Benito venciendo la tentación echándose a las zarzas y su preciosa muerte.
En la calle izquierda, la escena representa a San Benito acogiendo a los niños Mauro y Plácido, el milagro de la copa de vino envenenado roto, en la derecha se aprecia la salvación de Plácido de perecer ahogado y la visita del rey Totila.
Retablo de la dolorosa
Cuenta con una pedrela, un cuerpo y ático, columnas salomónicas y estípites en el cuerpo superior. Tiene tres calles, de madera dorada y hornacinas de medio punto que acogen tallas de bulto redondo. Las calles extremas se rematan en pináculos.
Es de estilo barroco, del siglo XVIII. En la pedrela hay embutido un cobre con una representación del Niño Jesus de la Pasión.
En el centro se sitúa la imagen de la dolorosa de bastidor, también del siglo XVIII y sobre ella se sitúa un relieve de la Santa Faz.
En las calles laterales se sitúan tallas de madera policromada representando a San Anselmo y a San Ildefonso Ildefonso, con roquete, palio, capa pluvial y mitra, 1 sobre ellos se sitúan medallones calados con los anagramas de Jesus y Maria, significando sus devociones.
En la hornacina del ático esta San Bernardo con la cruz y símbolos de la Pasión. También anónimo.
Retablo San Juan Bautista
Con pedrela, un cuerpo y ático, al igual que el anterior, cuenta con tres calles de madera policromada.
De estilo barroco del siglo XVIII. Hornacinas aveneradas y las columnas con el fuste lleno de cabezas de querubines. La talla de Juan Bautista es de estilo barroca, representándolo en actitud de reflexión, a los lados tallas de San Fabián y San Sebastián, patronos contra la peste, en los extremos tallas de San Antonio de Padua y San Verísimo.
En el ático, talla de nuestra señora y en los extremos dos angelitos.
Retablo San Juan Bautista
Con pedrela, un cuerpo y ático, al igual que el anterior, cuenta con tres calles de madera policromada.
De estilo barroco del siglo XVIII. Hornacinas aveneradas y las columnas con el fuste lleno de cabezas de querubines. La talla de Juan Bautista es de estilo barroca, representándolo en actitud de reflexión, a los lados tallas de San Fabián y San Sebastián, patronos contra la peste, en los extremos tallas de San Antonio de Padua y San Verísimo.
En el ático, talla de nuestra señora y en los extremos dos angelitos.
Retablo del Ecce Homo
Retablo baldaquino de un solo cuerpo, de estilo barroco, también del siglo XVIII, estuvo presidiendo la sala capitular. En la pedrela se pueden ver ángeles tenantes y otros con símbolos de la Pasión. La imagen del Flagelado, atado a una columna baja es una talla del siglo XVIII.
Retablos de la nave sur
Retablo de la inmaculada
Muy similar al del Santo Cristo por lo que se intuye que es del mismo escultor. Sobre la hornacina de la Virgen venera con el anagrama de María.
La talla de la Inmaculada está hecha a punta de pincel con aves y símbolos marianos. Lleva corona y resplandor de plata. Es una obra del siglo XVII.
Retablo de San José
Un cuerpo y un ático con cuatro columnas de fuste liso con guirnaldas y adornos de rocalla. En la hornacina central un baldaquino a modo de expositor que acoge la imagen de madera policromada de San Jose de pie con el niño Jesus en brazos.
En los intercolumnios aparecen los anagramas de Maria y Jose nimbados.
En la parte superior, aparecen representados los desposorios de Maria y Jose, tres figuras exentas, centrando el grupo la figura del sacerdote mientras que en el fondo aparece pintado arquitecturas.
El retablo está rematado por el busto del Padre Eterno y el Espíritu Santo. Obra de estilo rococó de muy avanzado el siglo XVIII.
Retablo de San Rosendo
De la misma mano que los fronteros de San Juan Bautista y de la Dolorosa, como declara el mismo tratamiento del remate, pero aquí se complica más la traza ya que se disponen dos cuerpos en las calles laterales, también varia el trabajo de las columnas salomónicas, pero al igual que los anteriores es de estilo barroco del siglo XVIII. En él se conserva el sepulcro de Santa Ilduara, por ello en la pedrela se representa en relieve el anuncio por parte de un ángel del nacimiento de San Rosendo.
La imagen del fundador es una talla serena de comienzos del siglo XVII, aparece sentado en el trono episcopal presidiendo una misa de Pontifical.
En las calles laterales, tallas del siglo XVIII de menor calidad, representando a los santos Facundo y Primitivo, y San Adrián y Santa Natalia, de todos ellos se conservan reliquias en el monasterio de ahí esta dedicación.
En el ático se ve una imagen de San Miguel, barroca del siglo XVII.
Retablo de Santa Catalina
En traza es igual que el de San Juan Bautista, lo que nos lleva a pensar que es de la misma mano. La imagen de la santa muy llena de galanura y policromada, es del siglo XVIII.
En las calles laterales están la escultura de San Antonio Abad y San Blas, tallas del mismo siglo. En el ático esta santa Barbara.
Retablo de San José de Calasanz
Es de menor calidad que todos los de la iglesia. En la parte inferior puede verse la urna con el Cristo yacente, de talla barroca.
La imagen central representa a San Jose de Calasanz, las demás representan al corazón de Maria, Santa Rita y a la Virgen del Carmen.
Los coros
Existen dos en excelente estado de conservación gracias a los procesos de restauración de los últimos años.
El conocido como Coro Alto se sitúa en la parte alta de la nave central, sobre el Trascoro, y pertenece a los primeros años del siglo XVI. De estilo gótico flamígero y dotado de 56 sitiales, conserva unas hermosas celosías caladas con variaciones geométricas diferentes y una riquísima colección de elementos oníricos y mitológicos en las misericordias y en los medallones de los brazos laterales, destacando sobre todos ellos la presencia de un monje gaitero.
El otro, conocido como Coro Bajo, está ubicado en la parte baja de la nave central inmediata al crucero y conserva unas artísticas y monumentales puertas del siglo XVIII, con San Pedro y San Pablo, María y San Juan, que lo cierran al Trascoro. Es obra de Francisco de Castro Canseco y en la parte alta cada sitial está presidido por un santo benedictino, mientras en la baja se reproducen escenas de la vida y milagros de San Rosendo y de San Benito.
órgano
Aunque, debido al significado que el órgano tiene en el conjunto de la liturgia, es muy posible que hubiera uno anterior, el que se conserva en Celanova procede del siglo XVIII, concretamente del año 1.710 que es cuando el escultor Castro Canseco realiza su contratación. A finales de ese mismo siglo el instrumento es sometido a una profunda renovación, cuya caja se conserva hasta nuestros días. Según Miguel Ángel González, el encargado de esta renovación realizada en 1.776 es el organero franciscano Fray Felipe de la Peña, siendo posteriormente añadido el teclado por Francisco Urumburu en el año 1.801.
Después de más de cien años de utilidad, a mediados del siglo XIX su composición interior es sometida a una nueva reforma, retirando todos los elementos históricos y sustituyéndolos por una mecánica con soporte eléctrico.
En el año 2001, el organero suizo con sede en Cataluña, Hans Späth, procedió a su vaciado y a su renovación interior, instalando la mecánica actual que cuenta con dos teclados, un pedalero, 32 registros y cerca de 1.800 tubos.
Sacristías
En la iglesia, se sitúan a ambos lados del presbiterio las sacristías.
- Una de ellas es de grandes dimensiones, es la que preside el relicario que se ubica en el testero, es una gran sala que se cubre con bóveda de medio cañón con casetones. Los nervios de esta bóveda arrancan de una línea de imposta.
Los muros norte y sur se articulan mediante tres arcos en los que se dispondrá la cajonería, todo del siglo XVII, de estilo barroco clasicista.
El mueble-cajonería, destinado a guardar los ornamentos, es un conjunto de madera tallada con relieves con escudos de la orden y policromía a base de elementos florales y geométricos que ornan los respaldos y el frente de los cajones.
Su cronología es del siglo XVII, dentro de un estilo barroco colorista y vistoso. En el centro se sitúa una gran mesa de pórfido de un solo pie.
La otra sacristía, es obra que el Abadologio de 1713 señala que hizo el abad Fray Gerónimo de Solís``este abad prosiguió la Iglesia e hizo el archivo con dos bóvedas de cantería alta y baja y en esta segunda hizo otra sacristía´´ a esta sacristía se accedía desde la capilla mayor de la iglesia, mientras que al archivo se accedía desde un balcón de piedra con balaustres de cantería.
Puertas de las sacristías
Son de madera policromada de estilo rococó, datables hacia el año 1750. Presenta cada hoja de las mismas, cuatro paños en vertical. El más alto y el más cercano al suelo motivos de rocalla, los otros dos relieves se dedican a representar al correspondiente padre de la iglesia latina en el superior y en los otros símbolos alusivos a su dignidad. Todos de pie con vestimentas propias de su rango en actitud de escribir o ser inspirados y con un fondo de librería detrás.
En la puerta norte:
- San Gregorio Magno/tiara, columna de fuego báculo y cruz patriarcal.
- San Jerónimo /capelo con borlas cardenalicias, trompeta.
En la puerta sur:
- San Ambrosio/mitra, báculo, cruz arzobispal y colmena con abejas.
- San Agustín/ mitra, báculo, corazón flameado, martillo. Símbolos que aluden a las características de su magisterio.
Relicario
En el pasado tenía gran valor el acopio de reliquias relacionadas con Cristo o con los santos. Hay referencias desde época medieval de reliquias en Celanova, pero no será hasta época moderna cuando se sistematice el relicario de la casa, con evidente deseo de prestigio.
El relicario se dispuso en la sacristía nueva, ocupando todo el lienzo del lado este, o cabecera, convirtiendo esta sacristía en la capilla de reliquias. El relicario se dispone a modo de retablo, encajado en un arcosolio de medio punto rematado por un frontón triangular policromado y que lleva en el tímpano pintado el escudo del monasterio. Es una obra clasicista del siglo XVII.
La limpieza de muros realizada en 2001 ha permitido recuperar dos medallones pintados que ornamentan este arco, en uno se representa a San Benito, pero el deterioro del otro no permite identificarlo.
Este relicario es de estilo rococó como demuestran las típicas rocallas y por tanto datable a finales del siglo XVIII. A modo de retablo tiene un cuerpo de tres calles, en cada una de ellas se disponen dos vitrinas acristaladas superpuestas, en la calle central, la más inferior remata con moldura curva mientras que la superior es rectangular.
Un segundo cuerpo o ático se adapta al medio punto arquitectónico y en él se abren tres vitrinas rectangulares con perfil curvo en el lado de arriba.
En total son nueve cajas o vitrinas que se cierran con puertas sobre goznes, acristaladas y celadas con celosías con decoración a base de elementos curvos y fitomórficos. Los huecos centrales adoptan interiormente forma cóncava que se cubre con bóveda de cuarto de esfera decorada con elementos rococos, espejos y cabezas de querubines sobre follaje. Las cajas laterales tienen como adorno flores doradas sobrepuestas a las paredes lisas. Todos los interiores están hoy pintados de un intenso rojo, repinte reciente sobrepuesto a la anterior policromía de un color azafrán. También las celosías velaban más las reliquias con damascos rojos, hoy retirados.
Las calles se dividen con pilastras con capiteles corintios y decoradas con elementos fitomorfos. Los ángulos que dejan las hornacinas del cuerpo superior se ornamentan con las típicas rocallas y en la moldura del medio punto formas aveneradas también propias del rococó.
Corona el altar relicario un relieve representando la santísima trinidad, enmarcado en ráfaga de rayos. Todo el relicario está exteriormente dorado a excepción de este relieve trinitario que esta policromado como es uso en la escultura lignea española.
La mesa del altar sirve al mismo tiempo como armario de ornamentos, sirviendo el frontal de portezuelas. Esta policromado y decorado imitando los frontales de cordobán coetáneos. Actualmente las reliquias están colocadas de forma arbitraria a excepción de ciertos relicarios que debieron tenerse en cuenta a la hora de construirse el mueble-retablo ya que se adaptan perfectamente al espacio que ocupan.